El objetivo de toda empresa debe ser siempre vender, para reinvertir en la calidad del servicio o del producto ofrecido. Pero el empresario no sólo debe preocuparse de vender ya que si no hay un buen sistema de producción, es difícil que el producto sea bueno. De igual manera, si no te preocupas de mantener contento al personal, éstos podrían llegar a ser ineficaces en su puesto. No debes tomar decisiones precipitadas, por eso, a veces, debes pararte y pensar un poco en como va la empresa, y si la decisión que vas a tomar va a repercutir en ella para bien o para mal. Si es para mal, obviamente es mejor no tomar esa decisión y pensar en otra forma de solucionar nuestro problema. Así pues, aquí van unas pautas para saber manejar mejor tu negocio:

1 – Ten siempre un plan: Busca los objetivos pero siempre siguiendo un plan. Si seguimos un plan establecido con anterioridad, será más fácil lograrlos que si actuamos sobre la marcha. Recuerda que las mejores improvisaciones que has visto en tu vida, estaban preparadas. No hay que pensar en la supervivencia de la empresa a corto plazo, sino en marcarse unos objetivos a largo plazo y cumplirlos, nada de chapuzas rápidas.

2 – Debes invertir en mejoras, en calidad y diversificación: Si pensamos en quedarnos con las cosas como están, mal vamos. ¿Nadie te ha dicho que el mundo está en constante cambio amigo? Interioriza esta idea, ya que si no piensas en introducir mejoras e innovar, te quedarás atrás, y después de haberte esforzado tanto, es algo imperdonable. Todo, con el tiempo, se queda obsoleto, así que invierte siempre que sea rentable. Son los detalles los que se ganan al público.

3 – Comprométete con el trabajo y el resto del personal, desarrolla su formación y ayuda a generar un ambiente motivado: Si el alumno es bueno, ninguna formación es cara. Evitarás un clima de inestabilidad y de preocupación en la empresa. Si tienes un equipo cualificado y un plan específico para tenerles motivados, le has puesto la guinda al pastel.

4 – Preocuparse siempre por el cliente: No hay que venderle nuestro producto o prestarle el servicio y desentenderse. Hay que mantener un servicio posventa para saber si ha funcionado correctamente el producto y si ha gustado o no, para así poder mejorarlo.

5 – Establecer un precio razonable: Un precio alto ya no siempre implica calidad. Incluso en ocasiones, en un mundo de economías de escala, la calidad se observa en precios asequibles por productos y servicios que realmente deseamos o necesitamos. Es mejor ser justo y ganarse la confianza de los clientes. Si la relación calidad-precio es buena, nuestros ingresos aumentarán, y no hará falta aumentar los precios porque sí. Además, los abusos dan mala imagen, al igual que la discriminación de precios. Tratar a todos por igual puede ser la clave.

6 – Premiar el compromiso, la creatividad, las mejoras eficaces y la iniciativa enfocada a resultados: La motivación, es una diosa que debemos alimentar, cuidar y mimar todos los días, sin ella, nos dirigimos hacia la más absoluta nada. Un trabajador siempre nos va a dar mejores resultados si está motivado que si no lo está, así que premia su esfuerzo y su compromiso a través de suculentos premios o mejoras profesionales.

7 – Proporcionar utilidad: Cada día nacen empresas más innovadoras, productos asombrosos y servicios realmente útiles. No puedes inventarte lo que sea con tal de vender tu producto. Ya que tienes tanta cantidad donde elegir, vende lo que realmente proporcione algo al consumidor, algo en lo que de verdad creas y que tú mismo usarías. En este sentido, es importante conocer perfectamente las características del producto, aunque no seas tú el fabricante. Si vendes un producto de otra persona, nadie mejor que ésa persona para explicarte bien su producto.

Por hoy voy a terminar con otra gran frase de Robert Kiyosaki: “El dinero no te hace rico, sino las habilidades en los negocios”. ¡Qué razón tiene! ¿Cómo consigues el dinero? La respuesta es fácil, con tu trabajo. Cuantas más habilidades seas capaz de desarrollar en el trabajo mejor te irá y más te enriquecerás. El dinero que ganas es una consecuencia de las acciones que realizas, así que, acciones más potentes te darán una mayor riqueza.

Javier González – Director de ventas y Servicios corporativos.