La palabra, algo que todos utilizamos constantemente, pero que no todos las usamos de la misma manera. Me refiero a que no todos sacamos el mismo partido a las palabras.

Hay gente que rápidamente te encandila con lo que dice, sabe perfectamente cómo llevarte a su terreno utilizando las palabras perfectas en el momento exacto para provocar en tu mente la sensación que busca. No te das ni cuenta de cómo lo ha hecho, pero lo ha hecho, y una vez estás en esa situación ya eres suyo. Serías capaz de hacer cualquier cosa que te dijese, sólo por la fuerza de sus palabras, y ser capaz de hacer eso, no es nada fácil. O lo llevas de nacimiento en tu personalidad, o debes intentar desarrollarlo.

¿Por qué debes intentar desarrollar una buena oratoria, te preguntarás? Muy fácil, un buen líder siempre debe transmitir lo que quiere a otras personas, y eso se consigue a través de las palabras, mejor dicho, teniendo poder de convicción con las palabras.

Para poder convencer a alguien a través de las palabras, es necesario dar una buena argumentación, si no argumentas lo que dices, ¿a quién pretendes convencer? Argumentar con sentido es clave, porque para dar validez a las ideas que exponemos debemos dar motivos lógicos para que las otras personas vean por qué estamos en lo cierto. Cuando una persona argumenta algo, demuestra responsabilidad y madurez, con sus argumentos se convierte en una influencia para las demás personas.

El poder de la palabra está a la orden del día. Hay muchísimas personas en el mundo con este don, ya sea porque lo han aprendido o porque lo llevan en su personalidad desde que nacieron. El mejor ejemplo son los políticos, nadie sabe como, pero con su oratoria, te llevan a su terreno y consiguen ganarse tu confianza. Son expertos en el manejo de la opinión pública, tal y como explican en el libro El Príncipe de Nicolás Maquiavelo. Con la práctica mejoran este tipo de capacidades, y su mejor herramienta suele ser la sutileza. Aun tomando decisiones con las que nadie está de acuerdo acaban consiguiendo su objetivo.

Hay otras técnicas para convencer a alguien con las palabras, como puede ser despertar la curiosidad de las personas. Te pongo un ejemplo, si en una charla empiezas tu exposición diciendo que les vas a enseñar a ganar dinero, lo más probable es que despiertes la curiosidad de los asistentes porque les vas a enseñar algo útil para la vida privada o profesional. Todo lo que digas después de despertar la curiosidad de las personas será escuchado atentamente por todos, habrás conseguido crear expectativas entre los asistentes, ya que les interesará todo lo que les vas a decir, y el siguiente paso es dar respuesta a esas expectativas levantadas.

Si de verdad quieres que tus palabras tengan un gran impacto sobre otras personas, pon a prueba estos consejos. Como todo, cuanto más lo practiques mejor te saldrá la próxima vez.

Como dijo Benjamin Disraeli “el secreto del éxito en la vida de un hombre está en prepararse para aprovechar la ocasión cuando se presente”. Debes prepararte para ser convincente, para que cuando surja una oportunidad realmente buena le puedas sacar provecho con tus palabras, y no desaprovecharla diciendo algo sin sentido.

Javier González – Director de Ventas y Servicios Corporativos.