Corbata RojaDebo reconocer que las clases del cursillo de comercial me gustaron más de lo que había pensado. Para ser comercial había que saber un poco de muchas cosas: psicología, interpretación, protocolo… Desde luego es una profesión con muchos secretos, más de los que la mayoría cree.

Tras el primer día de curso no pude dejar de practicar lo que había aprendido. Así que me pasé el resto del día intercambiando saludos y apretones de manos con cualquier amigo o conocido que tuviese la suerte de encontrarse conmigo por la calle.

Al día siguiente tuvimos una nueva lección. Como empresa de fuerza de ventas, Brainstormer diferenciaba dos tipos de clientes: los clientes que contrataban nuestros servicios de fuerza de ventas y los clientes a los que vendíamos los productos de las empresas para las que trabajábamos como fuerza de ventas. Para evitar confusiones Julián llamaba clientes proveedores a los primeros (porque nos proveían de sus productos o servicios para que los vendiésemos) y clientes compradores; o, abreviadamente, proveedores y compradores.

Para captar proveedores, Julián nos habló sobre el elevator pitch o, como se traduce más o menos al español, discurso del ascensor. El elevator pitch parte de una situación imaginaria en la que, por casualidad, te encuentras en el ascensor con un importante hombre de negocios. Crees que es una oportunidad única de que ese hombre invierta en tu negocio, pero solo tienes el tiempo que dura el viaje en el ascensor para convencerle de lo maravilloso que es tu proyecto. La presentación de tu proyecto que le haces al hombre de negocios dentro del ascensor es el discurso del ascensor o elevator pitch. Bueno, tampoco tenía porque ser en un ascensor; bien podría ser en una cafetería o esperando al autobús.

Julián dijo que solo había dos claves para un buen elevator pitch: brevedad y capacidad de síntesis. Hay que ser capaz de presentar nuestro proyecto en un minuto y medio como mucho (sí, yo también pensé que un viaje de más de un minuto en ascensor solo sería posible en un rascacielos).

Como “tarea” para casa nos mandó hacer nuestro propio elevator pitch para Brainstormer. La cosa no me parecía nada fácil. No era muy dado a entablar una conversación con desconocidos. Cuando subía con alguien en el ascensor apenas solía mascullar un “Hola”, y ahora se suponía que tendría que presentarle mi empresa. ¿Lo conseguiría?