Corbata RojaMi primer día vendiendo a puerta fría fue bastante fructífero. No en ventas, pero si en experiencia de cómo llevar a cabo con buen pie los primeros pasos de la venta efectiva. Pude acompañar a todos mis compañeros y ver distintos estilos de venta, desde el más agresivo (“realmente su negocio está pidiendo a gritos una web”) hasta los más solícitos (“le daré mi tarjeta y no dude en llamarme si necesita algo o tiene cualquier duda”). Todos eran buenos y efectivos a su manera. Pronto tendría que encontrar mi propio estilo.

No puedo decir que me gustase demasiado la venta fría. Qué el primer contacto con el cliente fuera cara a cara me imponía más que el telemarketing, dónde yo me encontraba en la seguridad de la oficina y si las cosas iban mal solo tenía que colgar el teléfono.  Lo que si me sorprendieron fueron las reacciones de la gente con la que hablábamos. Esperaba que la gente nos diese un portazo en cuanto nos presentásemos como comerciales, o que nos echasen con cajas destempladas de su negocio. No ocurrió así, la mayoría se mostró amable y comprensivo, o al menos educado. Aunque puede que fuese en parte gracias a mis compañeros, que siempre solemos caer bien. Ahora creo que un comercial tiene que “venderse” a sí mismo antes de vender algo, porque ¿Quién le compraría a una persona que te cae mal?

Lo que si me gustó fue el después, cuando nos reunimos todos los comerciales para tomarnos unas cañas y contarnos como ha ido el día. Es el momento de relajarse y compartir las anécdotas de la jornada.

Habían surgido oportunidades, pero no se había cerrado ninguna venta. ¿Os extraña? Pues no debería, porque hay un montón de productos que no se venden en el momento. Ese estuvimos vendiendo webs corporativas, y aunque lo hacíamos a un precio bastante asequible sigue siendo un desembolso y una inversión que el cliente tenía que valorar. Como suponéis, los cinco a diez minutos que estábamos en una empresa era poco tiempo para que el dueño se lo pensase bien. Lo que hacíamos era pedirles una dirección de correo dónde enviarles una presentación de nuestras webs (tipos de webs, precios…) y una tarjeta con su número de teléfono para poder llamarles y preguntar que les había parecido la presentación. Cada tarjeta de visita conseguida era un pequeño triunfo.