Siguiendo la estela de mi anterior post voy a hablar sobre las entrevistas de trabajo que tuve que pasar antes de que alguien me diese mi primera oportunidad.
Aún recuerdo la emoción que sentía cada vez que sonaba el móvil y era el departamento de RR.HH de alguna empresa. Para mí el proceso de selección empezaba justo entonces, y siempre procuraba parecer lo más voluntarioso posible, mostrando mi interés en el puesto y mi total disponibilidad. Estás llamadas eran casi “demos” de la verdadera entrevista. Al menos a mí siempre me hacían preguntas que luego se repetían en la entrevista cara a cara.
Una decisión importante era como vestirme. Ojo, el traje (en el caso de los hombres) es una buena elección en el 90% de los casos, pero en según que empresas puede ser visto como un signo de extrema seriedad, sobre todo en aquellas que tienen una imagen desenfadada; Conviene informarse un poco sobre el ambiente de trabajo antes de elegir un estilo u otro.
Cuando llegaba el gran día me presentaba siempre puntual en el lugar indicado. De poco me servía, puesto que las entrevistas no suelen destacar por su puntualidad. Por mi experiencia puedo identificar cuatro tipos de entrevista:
1. Entrevista buenrrollista: el entrevistador es muy simpático y agradable, haciendo lo posible para que te sientas cómodo. El tono de la entrevista suele ser distendido, casi como una charla entre amigos. Eso ayuda bastante al entrevistado, creo yo.
2. Entrevista a cara de perro: lo contrario que la anterior. El entrevistador juega a ser el poli malo y hace todo lo posible para intimidarte, imagino que para ver como reaccionas bajo presión. Recuerdo una, y no precisamente para bien, en la que el entrevistador no dejaba de apuntar cosas mientras yo hablaba; escribía líneas, cruces y cosas así. Y se quedaba callado después de que yo respondiera a una pregunta, como si esperase que yo dijera algo más. También me hizo varias preguntas “profundas” como: “¿Por qué elegiste estudiar lo que estudiaste?”, “Dime tres virtudes y tres defectos que tengas” o –y esta es mi favorita- “¿Dónde te ves dentro de 10 años?”
3. Entrevista ¡que pase el siguiente!: muy común en los trabajos de promotor. Cuando llegas encuentras a otras tantas personas que están esperando para hacer la entrevista. La mayoría se dedica a juguetear con su móvil de última generación, y evitan hablar e incluso mirarse unos a otros, así que es mejor relajarse y esperar tu turno. Dado el número de candidatos, la entrevista no suele durar mucho.
4. Entrevista campamento de verano: al igual que en la anterior hay varias personas citadas, pero esta vez las entrevistas son en grupos, lo que te permite analizar a la competencia. Yo las llamo de campamento de verano porque siempre nos ponían a todos en círculo y teníamos que presentarnos uno por uno. Tras las presentaciones hacíamos un roleplay en el que cada uno tenía que vender un producto a uno de sus compañeros (Así que ya sabéis, ensayad antes por si acaso). Aquí, aunque no consigas el trabajo, al menos te diviertes. Las entrevistas grupales se están poniendo de moda en los empleos de comercial.
Por desgracia nunca sabes como será la entrevista, aunque a veces te lo puedes imaginar, así que, como dice el proverbio: “Espera lo mejor y prepárate para lo peor”.
Saludos de un comercial.