La historia del SEO empieza con el comienzo de internet. Internet surgió en 1969 como un proyecto llamado ARPANET y creado por el Departamento de Defensa de Estados Unidos. Su objetivo era intercambiar información entre instituciones académicas y estatales.

En esos primeros años la red era usada principalmente por universidades e investigadores. Fue en la década de los 90 cuando internet se populariza y empieza a ponerse al alcance del hombre de a pie. A ello ayuda mucho la aparición en 1991 de la primera página web (dando el pistoletazo de salida a nuestra querida World Wide Web) y en 1993 de Mosaic, el primer navegador web. Antes de su llegada internet era una pantalla en negro dónde se escribían comandos.

Ahora usar Google para encontrar un restaurante dónde cenar esta noche es tan cotidiano como abrir el grifo y que salga agua. Sin embargo, siempre  ha sido así. Antes de que los motores de búsqueda llegasen a nuestras vidas buscar algo en la red era más complicado. En vez de buscadores había directorios llenos de enlaces a páginas web agrupadas por temáticas. Esos directorios eran mantenidos y actualizados por operadores humanos, y los webmaster enviaban sus sitios para que aparecieran allí. Eran tiempos de Terra y Lycos.

Sí, ya sé que todo esto puede sonar muy primitivo, pero así funcionaban las cosas a primeros de los 90.

Lo de los directorios estaba bien cuando internet había solo unos pocos cientos de sitios web. Sin embargo, conforme el número de páginas crecía casi exponencialmente, la cantidad de información se hizo inmanejable y hubo que buscar otras formas de ordenarla. Es así como nacieron los motores de búsqueda.

El primero en abrir la veda fue Wandex (abreviatura de World Wide Web Wanderer), creado por el MIT en 1994 (un año que muchos recordamos por la muerte de Kurt Kobain). La idea era ayudar al internauta a bucear entre toda la información que había en internet para encontrar lo que le interesaba. Siguiendo la noble tarea empezada por Wandex, pronto surgieron otros buscadores que hoy se recuerdan con mayor o menor cariño, como Yahoo o Bing.

Los motores de búsqueda se valen de bots y algoritmos para indexar toda la información presente en la red y ofrecerla  a los internautas. Al buscar algo en cualquier motor de búsqueda, éste debe hacer básicamente dos cosas. Primero: averiguar qué páginas, de todas las que tiene indexada, hablan sobre ese tema. Segundo: organizar los resultados de la búsqueda para mostrártelos ordenados según su relevancia.

Te aseguro que no es nada fácil inventar un algoritmo que haga esas dos cosas. Por eso, aunque aquellos primeros buscadores eran un adelanto con respecto a los directorios, aún tenían algunos problemas a la hora de conseguir resultados relevantes.

De cualquier modo, la aparición de los motores de búsqueda marca la aparición del SEO o posicionamiento web. Muchos vieron que aparecer el primero en los resultados de un buscador era un gran negocio. No es difícil llegar a esa conclusión; para una tienda de informática en la capital, aparecer el primero cuando alguien buscase en internet cosas como “comprar ordenador en Madrid” podía multiplicar sus ventas.

 Además, parte del boom en aquellos felices tiempo se podía rankear con facilidad (rankear es ocupar los primeros puestos en el ranking de los buscadores). Cualquier webmaster un poco espabilado podía colocar su web en el primer puesto. ¿Cómo?

Bueno, los algoritmos de antaño eran no muy fiables. Confiaban en cosas como el título de la página y la densidad de palabras claves para decidir que páginas eran más relevantes para una consulta. Para que te hagas una idea, si querías rankear por una keyword en concreto solo tenías que  repetirla muchas veces dentro de la página. Daba igual que el texto pareciese escrito por un niño de 2 años o por alguien con dificultades para aprender el idioma.

Sin embargo, lo que yo llamo la edad de la inocencia en el SEO duro pocos años. ¿Adivinas quien acabó con ella? En efecto, Google.

En 1998 Larry Page y Sergey Brin fundaron Google Inc, la empresa tras el célebre buscador Google; nombre que por cierto se debe a una errata, ya que en realidad querían llamarlo Googol (en referencia a un número que es un 1 seguido de cien ceros).Su motor de búsqueda pronto se ganó el cariño de los internautas debido a la relevancia de sus resultados.

La clave de que Google destacase por encima del resto está en su algoritmo del Page Rank.  Sin entrar en mucho detalle –ya habrá tiempo luego- este algoritmo cambia la forma en la que hasta la fecha se estimaba la relevancia de una página. Con su entrada en escena, el que una página rankease no dependía solo de factores internos fácilmente manipulables por los webmasters, como la densidad de palabras clave; sino también de factores externos, como el número de enlaces recibía de otras webs. El razonamiento es bueno, si una página recibe muchos enlaces, su contenido debe ser de calidad (en teoría).

En definitiva, Google se tomaba muy en serio lo de ofrecer resultados de calidad a sus usuarios. Poco a poco fue haciéndose con el mayor trozo del pastel y el resto de buscadores hacía lo que podía.

La llegada del Page Rank supuso una revolución en el SEO. Las antiguas recetas ya no eran tan efectivas y parecía que lo más importante era conseguir enlaces. La cosa no se quedó ahí porque Google hacía cambios de algoritmos cada dos por tres para penalizar ciertas prácticas y añadir nuevos factores a la hora de posicionar. Empezó entonces una escalada evolutiva en la que los SEOs  tenían que adaptarse rápidamente a los cambios de Google. Algo así como la supervivencia del más apto.

Y en eso seguimos todas las agencias de posicionamiento.

Te deSEO un buen día,

William Penguin