Las anclas emocionalesPara poder hacer accesibles algunos estados  emocionales podemos recurrir a lo que en el mundillo comercial conocemos como anclas. Las anclas son utilizadas generalmente para autoinducirnos a un estado de ánimo deseado aprovechando todo el potencial y fuerza que nos puede ofrecer. Con este pequeño truco psicológico somos capaces de dar el máximo en todo momento.

Cualquier persona posee por su experiencia en la vida una vasta gama de estados emocionales. Un ancla es una asociación, como la que podemos experimentar al ver una fotografía o escuchar una melodía. Las anclas se pueden detonar por medio de cualquier sentido.

Las anclas autoprogramadas se crean por medio de la repetición. Para demostrar la efectividad de las anclas hace unos años se realizó un experimento con una gallina. Se dispuso de una plancha que se calentaba a gran velocidad, y encima de esta plancha posicionaron al ave. Cada vez que hacían sonar una campanilla accionaban el dispositivo que calentaba la plancha, de tal manera que la gallina empezaba a saltar para no quemarse las patas. El resultado fue sorprendente, ya fuera del artefacto, cuando la gallina volvió a su corral y estaba con sus congéneres, podíamos distinguir al sujeto del experimento del resto, si movíamos una campanilla en su presencia. La gallina empezaba a saltar entre las demás.

Lo importante de las anclas es que si educamos nuestro cerebro para ello podemos sacarnos el máximo partido. Lo primero es decidir que estado emocional queremos adquirir y lo segundo asociarlo a un estímulo para poder atraerlo a nuestra mente. Si te encuentras frente a un obstáculo con el adecuado estado emocional, será mucho más fácil sortearlo.

La forma más efectiva para interiorizar un anclaje. Es escoger de entre nuestros recuerdos aquel que contenga el estado de ánimo que nos pueda venir bien en algunas situaciones. Pueden ser multitud de recursos como el humor, la persistencia, la creatividad, la valentía… luego tienes que recordar algún momento de tu vida en el que sentiste aquello que has escogido.

Los siguientes pasos son escoger un sonido, canción o melodía que nos evoquen esa situación. También una sensación kinestésica, algo como acariciarse el brazo o tocarse la oreja y finalmente, un ancla visual, como un recuerdo o un objeto que puedas llevar encima a modo de amuleto. Un ancla para cada sistema representacional y  por estado de ánimo,  deben ser discretos y que no formen parte de nuestros movimientos comunes, recuerda  tenerlas sincronizadas con el estado cuando se ha alcanzado el “climax”, ser diferentes y únicas, que exista cierta facilidad en repetirlas, y que ese estado lo hayas sentido alguna vez.

Cualquier objetivo que hayas logrado ha sido por que estabas predispuesto emocionalmente a conseguirlo,  así que imagínate de lo que serás capaz de hacer cuando puedas sentir lo que desees en el momento adecuado.