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¿A que huele tu marca?

Hay que reconocer que el mundo del marketing nunca dejará de sorprendernos. Los creativos marketinianos, con sus nuevas formas de vender sus productos, demuestran una imaginación que ya le gustaría a más de un guionista de Hollywood. Porque parecía que ya estaba todo inventado; los anuncios nos llegaban a través de los ojos y los oídos, con campañas visualmente impactantes y eslóganes con ganchos. Pero a pocos se les ocurre pensar que la publicidad también pueda llegar a nosotros a través del olfato. Pues en eso consiste precisamente el marketing olfativo o marketing aromático.

Según su definición, el marketing olfativo consiste en asociar una marca o producto a un aroma determinado. La base está en la memoria olfativa que, según dicen los científicos, es una de las más potentes. Por ejemplo, ¿quién no ha pensado en su madre al oler alguno de los platos que ella solía cocinar?, pues eso es la memoria olfativa. Y el olfato no solo puede evocar recuerdos, sino también provocar emociones y variar nuestro estado de ánimo: un olor puede relajarnos, estimularnos, desagradarnos, seducirnos…

Muchas empresas ya se preocupan en establecer su propia identidad olfativa. Establecer un olor que provoque

buenas sensaciones en el cliente y que se asocie con su producto o marca, de modo que se mejore la experiencia de la compra. No deja de ser otra forma de marketing subliminal para atraer y fidelizar clientes. El primer ejemplo que se nos viene a la cabeza al hablar de marketing olfativo es el de cualquier negocio relacionado con la alimentación: algunas cadenas de restaurantes, supermercados… ponen especial cuidado en encontrar aromas que abran el apetito.

Pero también se está utilizando mucho marketing aromático en hoteles. Se usan difusores de perfumes para dar a las habitaciones un olor agradable y característico. El objetivo es mejorar la estancia del huésped para que le apetezca volver.

Algunas empresas también usan la ambientación aromática para mejorar el ánimo de sus empleados en su lugar de trabajo.

Por supuesto igual que un buen olor puede ayudar a una empresa; un mal olor asociado a un producto o una marca puede tener consecuencias desastrosas en su imagen. Por eso los expertos en marketing olfativo recomiendan a las empresas que tengan mucho cuidado a la hora de elegir su fragancia. Deberá tratarse de un olor que tenga que ver de alguna forma con el tipo de negocio. Por ejemplo, para productos relacionados con los niños se pueden optar por olores dulces que nos recuerden nuestra infancia.